Esqueleto casi esquela del texto
- Ahora, y como en cada segundo de tu vida, la respuesta a cuál es la medida
permitida de quema a la hora de echar tu leña al fuego llega preguntándote si
quieres ser hasta tener la posibilidad de volver a ser o hasta ser lo que menos
se puede ser habiéndolo sido todo. O airear la vida hasta los límites o respirar
lo absoluto a pleno pulmón. O ser un ser de deseo inmortal o un eterno ser
mortal... Ser carbón para volver a quemar más tarde el resto de lo que ya ha
quemado o cenizas después de una, tal vez, gran hoguera y recuerdos. Tu intrusismo, haciendo submarinismo en el mar del día a día o rescatándote
Ícaro con plumas, sol y acantilado incluidos, y aunque cargado de aires comprimidos y potenciales de pulmón y brazada naturales e imitados aprendidos a producir y a reproducir a tempos de piano piano o con prisas, estadísticamente, más pronto que tarde, tu intrusismo, decía, cuestionará tu capacidad de
resistencia en un ámbito que, elementalmente, no es el tuyo. La combustión de tu madera humana, a un ritmo o a otro, será un hecho. Tu decisión de parar la quema a carbón o llegando a ceniza quedará supeditada a tus propias imitaciones de mujer y hombre que, aunque crónicas, poseen un relativismo innato. Nuestro cuerpo es tierra y, aunque la libertad se hace fuerte y dictatorial en el corazón, hacer inmersión en un ámbito que no es el nuestro es, en el mejor de los casos, agotador. Al corazón, el entrar a aire o a agua, no le es extraño,
pero el cuerpo le recuerda que él es la otra parte de un juego en tándem y,
entonces, la permanencia es insostenible. Sin ser, piel afuera, animales alados
y ni tan sólo teniendo aletas, la adversidad crece por doquier que no sea
tierra. Esta es precisamente la que nos acoge la miseria que somos cuando,
trastornados, estropeados y energéticamente desprovistos, volvemos a la fuerza, y por ingenio de la supervivencia, no nuestro, de un viaje a las estrellas o
astral o de pasear los azules con las sirenas... (A la Rosa de los Vientos de
las tres dimensiones se le añaden las de las x imaginaciones).
¡No dejaremos de viajar, Dios nos libre! Es demasiado tentador. Pero la vuelta
siempre será en carbón o ceniza al mismo destino.
La rapidez y la coordinación de la combustión de la energía, administradora de
los recursos de airealiento hasta un límite predeterminado entre el cuerpo y el
corazón o hasta un límite agotando sensibilidades y sentidos, depende, pues, de los recursos estrictamente propios, del ámbito viajado y de la espontaneidad
sentimental que sinceramente seamos capaces de darnos. Por esta última, en la
intensidad de lo sentido, encontramos un posible substituto del airealiento
viable cuando éste no es ni sombra en el polvo y podríamos decir que, después de los límites, es un salvoconducto de retorno a la piel... que entonces, ni mucho menos, no es aún un retorno a la vida.
Con esta elección de coordenadas conocidas, pero involuntarias a la hora de la
verdad, y aun haciéndonos necesitar todo tipo de utensilios para nuestra
aventura, la consunción va de madera hasta carbón o hasta llegar, ya, a cenizas; de ti a más tú en un a menudo déjà vu o de ti hasta un tú sin ti conjugado en
recuerdo. (Que la ceniza posiblemente encubra y proteja brasa, que fría será
carbón, es otra posibilidad, pero ahora y aquí hablar de ello haría brotar con
demasiada facilidad un tono poético no deseado por travieso y juguetón y, por
otro lado, ya exteriorizado muy a menudo, y sin ningún tipo de pesadumbre, como sello de la casa).
- ¡Mmmmmmh!... lamo el carbón y... ¿sabes qué? ¡Es de azúcar!
- Lo vuelvo a hacer, ya que hacerlo es dulce...
- ¡Mmmmmh!...
- ¡Mmmh!...
- ¿¡Mmh!?...
- ¡Basta ya!... ¡Estoy harto! Repitiendo dulce excesivamente, se ha vuelto
amargo...¡Y ahora sólo veo carbón!...
- Si el carbón nos puede resultar un azúcar amargo, ¿a las cenizas con nuevos
aires soplándolas las podemos hacer volar en polvo y, como si nada, nos pueden
empolvar el olvido con su recuerdo dejando espacio y fuego para quemar otras
maderas en cepas y luminosidades?
- ¿Alojarse, pues, en el paso del carbón es un error?
- ...
- El carbón, comprobado, puede ser dulce... y las cenizas, alrededor, pueden
ser, como si nada, una pátina vital más hacia aquí o más hacia ayer. Hasta un
punto o a un punto y final. ¡El fuego que queme vida en su cuerpo crisol
luchando por un equilibrio en el grado de las combustiones según las maderas y
sus resistentes metales, los barnices, las estaciones y las necesidades!
- Incluso teniendo todas las premisas en común, luchar por una igualdad que nos
igualase la diferencia de ser carbonada o ceniza cenicienta, sería, con
subjetividad, injusto por motivos puramente evolutivos ya patentes en los
restos.
- La vida que espera encenderse y la que recuerda al fuego y volverá a arder y
la que agotada el fuego recuerda y barniza, aunque nos suman y nos son, nunca se han enlazado y mucho menos abrazado con las lenguas de fuego.
¡Prendamos el fuego a la vida y alentémoslo hasta donde podamos y el destino nos deje llegar una vez y otra hasta la penúltima!
El último aliento a carbón, brasa o ceniza, con toda la fuerza de tu vida
quemada, te conducirá desde el corazón hasta la existencia, mientras el cuerpo
volverá a la tierra en el único polvo que es nada.
Texto
Tú eres tu propio combustible que, quemando hasta carbón o pasando por él hasta ceniza, enciende desde la llama un camino de recuerdo humano y, en él, una pasadera hacia el más allá.Pero sin duda, la ceniza es la que ha sido intensa a unos 360 grados... y, feliz o no tanto, cierta... y desde la certeza a la eternidad no falta tanto. A la carbonada, pues, le falta leña... ¿Fuego? (por ejemplo... ¿besos de tu amante?)
Hoy estoy demasiado engripada para escribir.. Asi que les dejo uno de los primeros A Ultramares que nos regaló Francesc en su página... También uno de los que mas me gustaron... Y uno de los que me inspiró a comenzar a llenarle su "Bandeja de entradas"... jajajajaja
Miles de besos azucarados!
Maru