DESENMASCARÁNDOME
7:31 p. m.Pensándolo bien, seguramente no es ninguna casualidad que de mi disfraz de Pierrot de niño sólo quede el gorrito, ya que, innatamente, la piel ya ha aprendido a tejerse el resto de las piezas cuando, desnaturalizándose en falsas virginidades, sabe saber poder permanecer en blanco ante los otros invitados a la fiesta anual de Carnaval que, a veces, dura todo el año y entonces, sinceramente, resulta agotadora.
El cuerpo, y no nos engañamos, sabe blanquearse los desiertos y sus fuegos, los acantilados y sus aludes, vertebrándose los maquillajes de la tierra... (aunque la piel, en bombachos y camisola holgada, se abrocha, eso sí, en negras y no en blancas) pero la cabeza, en cambio, pronto transparenta, desde el centro de las raíces de las arrugas cercanas a los ojos, la verdad a pelo sin posibilidad aprendida de camuflarla, y por eso es imprescindible el gorrito que me sabrá servir de espléndida máscara, mínimamente transparente, para, sin ver, intuir, y así no permitir que me delaten los ojos...
El seductor antifaz que luciré sobre la máscara no os lo muestro, y así, sin conocerlo, para reconocerme, me deberéis sentir.
El bastón que me ayudará a andar será invisible.
Pista:
...En los pies, llevaré olas,
y en las manos, ramos de trigo y la sangre de una amapola;
la cintura, los tobillos y las muñecas
serán satélite de una luna
que, con suerte e infantilmente recortada,
floreceré en plenilunios soleados.
¿Bailas?