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Cualquier aprendizaje significativo deviene un nuevo rasgo de la máscara.
Una nueva grieta por donde una luz que llora satisfacción viaja.
Todo aquello que nos enmascara, ya no lo dudo, envejece.
Y poco a poco somos aquello que nos devuelve el espejo porque éste refleja bastante lo que somos desnudos.
Si existe algún triunfo
es este acercamiento entre la desnudez que con los años, y fijándonos, hemos sabido construirnos
y la máscara con la cual ya hace tiempo sabemos que nos protegemos y a la cual somos fieles
aunque ya no nos es ancla, sino camino.
Entender que la jugabilidad identitária de la adolescencia no es para siempre
nos da verdaderas coordenadas a la libertad,
pudiendo predecir el destino con certeza porque,
luchándolo con herramientas que se estabilizan,
lo construimos.
La verdad es que después de leer este A Ultramar, no quedan muchas mas palabras que decir.
Era hora de que me pusiera las pilas y actualizara este blog, lo sé! Y que mejor que estas palabras....
Un beso a todos!